Una de las áreas en las que las emociones atrapadas tienen más impacto es en la relación con nosotros mismos y con los demás. Otro día analizaremos la relación con nosotros mismos, hoy vamos a ver como esas formas de energía “atascada” pueden influir en cómo nos relacionamos con los demás.
Una metáfora sobre las emociones
Imagínate la siguiente situación. Te acaban de presentar a alguien. En una primera impresión parece una persona alegre, simpática. Siempre es bueno conocer a alguien nuevo con el que poder pasar un buen rato, piensas. En ese momento imagínate que de tu corazón empieza a salir un sentimiento de “interés” en forma de mariposa. Esa persona ha conseguido despertar tu interés y eso ha generado una emoción en ti que sale en forma de energía.
Para la metáfora le daremos a esa energía la forma de una mariposa. La mariposa sale de tu corazón y empieza a avanzar, pero de pronto se encuentra con una niebla más o menos densa. Se adentra en esa niebla, toda confiada, y empieza a transformarse. Esa niebla son tus emociones atrapadas. Imagínate que tienes una emoción, probablemente más de una, de “desconfianza”. A medida que la mariposa empieza a atravesar la niebla, se transforma. Va perdiendo parte de sus bonitos colores. Cuando consigue salir, ya transformada, tu mente empieza a decirte cosas como: seguro que no es de fiar, seguro que es tan encantador con todas, de hecho apenas le conozco… ¿Te suena familiar?
La mariposa ha seguido avanzando y se encuentra con otra niebla, esta vez más densa y espesa. Pongamos por caso que se trata de una emoción de “inseguridad”. Cuando se adentra empieza a hacerse más pequeña y en tu mente puede que empieces a pensar: de que hablaré con él, no tengo conversación, hay gente más interesante en esta fiesta que yo….
La mariposa sigue avanzando pero ahora además de haber perdido parte de sus colores, también ha disminuido de tamaño. Pero sigue avanzando y se encuentra con un muro. Ese muro del corazón está constituido de múltiples emociones atrapadas que hemos ido acopiando fruto de nuestras experiencias pasadas. Lo creamos para protegernos, quizás alguien nos hizo daño y decidimos que nunca nadie más lo haría y creamos esa especie de protección. La mariposa se encuentra el muro y no puede atravesarlo. Le gustaría seguir avanzando pero no tiene ni la fuerza ni el coraje de hacerlo. Y muere.
En ese momento nosotros pensamos que seguramente esa persona no merezca la pena. En el fondo no se está tan mal sólo. Ya lo dice el dicho piensas: “más vale sólo que mal acompañado”. Vuelves a casa pero no te sientes bien. La muerte de esa mariposa te ha dejado un poso de tristeza que tarda en irse.
En algunas ocasiones esa mariposa tiene que atravesar nieblas tan densas y oscuras que al salir se ha convertido en una gárgola. Entonces podemos ser crueles, iracundos, celosos, etc.
Emociones Atrapadas
“El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega.” Rumi
Las emociones atrapadas actúan como un muro o una niebla que nos aísla de los demás. Toman el control sobre lo que pensamos y sobre como actuamos. Condicionan nuestros actos y nuestra manera de relacionarnos. Puede que pienses que nos protegen pero en el fondo nos aíslan, nos hacen comportarnos lejos de nuestra esencia que es AMOR. Nos mantienen encerrados en una caja. ¿Y a quien le gustaría vivir en una caja?
Cuando empecé a trabajar con esta técnica descubrí muchos de los mecanismos que utilizaba en las relaciones con los demás y cuál era la causa de ese comportamiento. Y también descubrí que no somos así, crueles, solitarios, inseguros, sino que nos comportamos de esta forma como fruto de esas emociones que tenemos atascadas.
Debajo de toda esa energía oscura está nuestro verdadero SER, nuestra esencia esperando a que la liberemos.
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