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viernes, 20 de agosto de 2010

¿ESTAMOS SANANDO Y SANANDONOS?




Acostumbramos invocar la Luz X, la Llama X o el Rayo X, a veces sin la debida preparación y al terminar, o nos quedamos dormidos o se nos olvida dar gracias por los dones recibidos.

No digo que eso lo hagamos todos o todos los días, sino que a veces estamos cansados, aburridos o soñolientos y se nos olvida lo que tenemos que hacer y ahora se los recuerdo.

Una meditación, oración o reflexión, es hecha en un nivel llamado alfa y desde ahí se nos facilita la comunicación con el Espíritu Santo, nuestro Ser Superior, Dios en nosotros, la Divina Presencia, como deseen llamarlo.

Para entrar a ese nivel, solamente necesitamos estar sentados, con la espalda recta, relajados, sin cruzar ni piernas ni brazos y cerrar los ojos, pidiendo que nuestro Espíritu Santo nos guíe. Muchos acostumbran quemar una barita de incienso o aceite perfumado y encender una veladora, que son rituales que nos ayudan a concentrarnos en lo que estamos haciendo, pero se puede prescindir de ellos, si ya tienes experiencia en “entrar” en la meditación.

En seguida, pides la Guía para tu meditación y te dejas guiar. Muchos recibimos esa guía, pero la ignoramos y seguimos con nuestras peticiones: que si no he podido librarme de las deudas, que ayúdame porque todos los días me duele la cadera, dáme un trabajo mejor porque este jefe que tengo está neurasténico, etc. y no escuchamos lo que nos están diciendo. Como yo ya tengo mi plan hecho de antemano, ignoro la guía que recibo.

Al seguir la Guía, ya sea directa o por medio de otra persona, estoy uniéndome con el grupo y recuerda: “Cuando dos o más personas se unen a orar en mi nombre”, la petición será multiplicada y concedida. Juntos, unidos en un mismo tema, en una misma guía, multiplicamos el poder de nuestra oración.

Si además invocamos la ayuda de alguna Luz, Rayo o Llama, estamos reforzando lo que sea que estemos pidiendo en nuestra oración, para todos en la Tierra. Lo que pedimos para nosotros, se nos concede para todos, porque somos UNO.

Solamente al orar en unificación consciente con Dios, estamos realmente logrando la sanación para nosotros y para todos. Estamos también sanando la Tierra y ayudándonos a todos en nuestro proceso de ascensión. Dios trabaja con nosotros y nosotros en El.

Saludos cariñosos de Rita Calderón

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